Creo que nunca me he cuestionado por qué nací niña, tal vez no me sentí incómoda con mi género. Tampoco me sentí limitada a lograr lo que me he propuesto, puede ser porque mis padres nos trataban a mi hermana y a mí igual que a nuestro hermano, con los mismos derechos y libertades.
Pese a esto, igualmente he experimentado limitaciones, peligros o retos mayores por ser mujer.

Mis batallas, esos complejos por falta de seguridad en mi misma, en mi aspecto físico y en mis capacidades no es ajeno a cualquier mujer en algún momento de su vida.
La práctica del yoga me ayudó a ver en mi esos patrones oscuros, cargados de complejos que me hacían el camino pesado. No soy la única, esas vivencias de transformación son el reflejo de una práctica sincera y constante que muchas practicantes de yoga hemos experimentado.
En el día Internacional de la Mujer, Gaby Zermeño, profesora de yoga de estilo Anusara y creadora de la plataforma Mujer Yogui, comparte cómo el yoga la ayudó a sanar sus patrones de minusvalía y a superarlos a través de la practica constante, la autoreflexión y la meditación.

Gracias a su práctica sobre el mat pudo vivir una transformación y darse cuenta de su valor propio, tras años de buscarlo fuera de ella, a través de la aprobación externa.
“A raíz de un pleito en un trabajo y de no entender por qué había esta diferencia de género, renuncié y empecé a hacer cosas por mi cuenta. En este camino del yoga me di cuenta de que si yo no encontraba mi valor, no lo reconocía, nadie más lo iba a hacer. Si yo esperaba que mi familia me diera ese valor, era que yo no me lo estaba dando”, explica Zermeño.
A través de la práctica del yoga y de una reflexión más profunda, se dio cuenta de que no se estaba valorando, recuerda la maestra de yoga mexicana con más de 20 años de experiencia en el camino espiritual.
“Yoga es ese espacio donde vas llenándote de esa armonía, plenitud, eso de lo que verdaderamente eres”, dice Zermeño.
Para ella, el pararse sobre el mat y hacer su práctica personal es lo que le permite entrar en esos espacios para reconocer quién es y sanar las programaciones culturales y propias que limitan su conexión intuitiva.
“Hombres y mujeres tenemos energía masculina y femenina sin importar el género y podemos honrar las dos energías. En nuestra sociedad se le ha dado prioridad a la energía masculina, de manifestar, de hacer. Pero el proceso, que es la energía femenina, es importante, lo que aprendes también es importante. La energía masculina es la razón, se ha potencializado, pero la energía femenina es la intuición. Cuando equilibramos las energías femeninas y masculinas, nos honramos en ese género con el que nacimos, vamos a poder sanar el mundo. Si como mujer no honro mi energía femenina, cómo voy a lograr que se me de mi lugar”, expresó.
En nuestra sociedad occidental, la mujer vive diferentes roles y en muchos casos se les exige sobresalir en todos. Por ello, Zermeño recomienda que nos tomemos el tiempo para cuidarnos, darnos espacio para recuperar nuestro balance para funcionar con armonía y bienestar.