Todos tenemos proyectos en que trabajar y metas que lograr, es lo que en nuestra sociedad hemos aprendido desde que somos niños. A ser competitivos, exitosos y alcanzar nuestros objetivos. Sin embargo, esto puede traer consigo agitación mental, ansiedad y mucha preocupación.
Una manera diferente de comenzar a trabajar en los proyectos es enfocar el éxito y el logro de esta meta en un bien colectivo, en que los resultados son producto del esfuerzo y del amor para compartirlo con otros seres.
Esto resta un poco la atención a que el éxito de ese proyecto es solo para el beneficio individual. De esta manera podemos aprender a disfrutar del proceso creativo sin apego al resultado y sin la agitación mental por ganar de acuerdo a lo planificado.
En el yoga, esta intención se va a un principio más elevado y es dedicar el éxito de cualquier meta a un Ser Superior, a Dios.
Dejar que nuestra creatividad, empeño y talento brille como una expresión para honrar y adorar a un ser superior, a la divinidad nos ayuda vivir de una manera más desapegada de lo que hacemos o soñamos lograr.
Uno de mis maestros, Swamiji Jyotirmayananda, expresa que elevar nuestra dedicación permite darle crédito a esa fuerza creadora que manifiesta su poder a través de nosotros, de nuestra creatividad y obras.
Si por el contrario, no logramos aquello que por lo que nos hemos esforzado, aceptar la derrota como un evento más sin caer en la desesperación.
Una de mis frases favoritas, que me repito cada vez que algo que no resulta como la planeado, es: “aceptar nuestras derrotas y dedicar nuestras victorias”, del monje budista Geshe Kelsang Gyatso.
Muchas veces antes de comenzar un proyecto, grabar un video para mi canal de YouTube, escribir un artículo o dar una clase, pienso en honrar a esa Divinidad con este nuevo emprendimiento y que sea mi mejor intención la que me guíe.
Noto la diferencia cuando solo lo hago por acariciar mi ego, por ejemplo al postear algo en redes sociales para solo pescar likes o seguidores.
Al igual que cuando trabajo con un equipo periodístico, en esos momentos en que mi ego de reportera, se lamenta por hacer una tarea (que considera) un poco latosa, cambiaba mi intención.
En esos momentos pensaba esto que hago no es para mi, es para ayudar al resto de mis compañeros. En minutos mi estado mental cambiaba y podía completarla con mejor ánimo.
Con esto te digo, que yo también puedo caer fácilmente en el juego de hacer por hacer, en lugar del hacer por honrar y servir.
Solo teniendo una mente atenta, activa y consiente de la intención de sus acciones, se puede lograr el cambio. Todo podemos hacerlo.
Es algo que puedes intentar. Observa si tu estado mental se relaja más, tu creatividad fluye sin presión y disfrutas del proceso de la tarea o del objetivo que te planteaste.
Tan solo un cambio de percepción nos puede ayudar a ver las cosas diferentes. Nada perdemos con intentar.