Cómo cuidar de mis plantas me hizo más consiente

Si alguien me llegara a juzgar por mi relación con las plantas diría que soy una persona sin sensibilidad, sin respeto por la naturaleza o peor, una asesina de matas. 

He tenido varias plantas, pero muchas llegaron a morir bajo mi (des) cuido. Incluso, aquéllas a las que tanto les dediqué mi atención no soportaron tanto riego.

He tenido cactus, bambúes, sábilas y otras más delicadas y no han aguantado el trote de estar en mi hogar.

Con la mejor de las disposiciones las compraba y al cabo de las semanas empezaban a marchitarse. Confieso que a veces no las regaba, las pobres, con este sol inclemente de Miami.

Por más que esforzara no encontraba la formula correcta para que sobrevivieran. 

Tal vez no heredé de mi mamá su sutileza para quererlas. Cuando vivía con ella en Caracas, siempre me decía cuando tenía que irse de viaje “por favor échale agua a las maticas”. 

Tan pronto regresaba a la casa encontraba el comienzo de un desierto. Pero era tanto su amor por ellas que lograba resucitarlas. 

Nunca la presté atención y por eso cuando me tocó tener las mías todo ha sido ensayo y error, bueno más error que ensayo.

Es que no basta que en mi carta natal tenga el elemento tierra tan fuerte, sol en Virgo con ascendente en Capricornio, para que los astros dictaminen que sea una madre de plantas responsable.

Mi succus comenzó a crecer a las pocas semanas de transplantarlo.

Así aprendí a cuidar mis plantas

Con cada planta perdida fui aprendiendo. Hace unos años mi hermano Mario me dijo que si esos seres vivientes están conmigo era para que yo aprendiera a ser más atenta y compasiva de cuidarlos. 

En su claridad y sencillez fue capaz de resumir lo que trataba de entender a través del yoga.

Mi guru, Swami Jyotiryamananda nos habla del poder de conectarnos a través del Vibhuti Yoga, el yoga de la gloria divina, aquélla con la que podemos maravillarnos por la creación de Dios manifestada en la naturaleza.

Tanto ha cambiado mi relación con las plantas que tengo 9 plantas vivientes conmigo. Todo un milagro, no quiere decir que no se me sequen algunas. Aun no he llegado a ese punto, espero que eso suceda.

En las mañanas las veo y les digo que están bonitas. Luego sigo con mi día y cuando necesito hacer un receso mental las veo y les agradezco que están aquí.

Si las plantas son capaces de sentir cuando un depredador interactúa con ellas, quiero pensar que mi relación directa y mi energía también las pueden modificar. 

Un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison descubrió que las plantas son capaces de liberar señales a través de su sistema cuando son atacadas, una respuesta que parece similar a la de los humanos y animales ante el dolor. 

Si eres de los que se les seca hasta los cactus no te avergüences, no estas solo y no te des por vencido. 

Hay unas que llegan a su fin haga lo que hagas. Mi maestra de meditación Barbara Bredy me dijo una vez que comprara una planta que necesitaba limpiar las energías de mi casa. Pues la planta en pocas semanas murió. Y aclaro, en nada tuvo que ver mi falta de riego. 

Su explicación fue que mi casa estaba tan cargada que pudo recoger la energía de mi hogar y limpiarla.

Debo confesar que no he sido tan mala madre de plantas después de todo, ya que el año pasado durante plena cuarentena me dediqué a cuidarlas con más esmero. Al punto de que pude revivir una de ellas.

Este succus lo tenía hacía un par de años y empezó a languidecer con el tiempo, la mayoría de sus hojas se cayeron, sólo le quedaban tres y no crecía. Lo regaba, lo cambiaba de lugar. Parecía no querer nada, pero se resistía a morir. 

Hasta que decidí transplantarlo a otra maceta y en pocas semanas empezó a crecer, sus hojas brotaron y hoy está más sano de lo que estuvo jamás. 

Me alegré tanto por él y por mi. Definitivamente, ya he pasado de peldaño, ahora sí puedo decir que soy una madre de plantas responsable.