No sé como ha sido tu 2020, pero de seguro se ha parecido mucho al mío. De un momento a otro nos mandaron a encerrarnos en casa, a usar tapabocas y a cambiar nuestras rutinas. Mientras tanto, todos nos veíamos confundidos, creyendo que esto pasaría en un mes.
Tengo tanto que contar de lo que he aprendido en estos 12 meses, pero la lección que me resuena más ahora es que todo es posible.
Todo es impredecible, porque si un virus igualó a ricos, poderosos, celebridades, monarcas, con nosotros, con el resto, cualquier cosa puede pasar.
El coronavirus nos mandó al planeta entero a estar en casa y a cuidar de nuestra salud, nuestro sistema respiratorio y en especial a observarnos cómo estábamos viviendo, o sobreviviendo para millones de personas en el mundo.
Si puso a temblar a Wall Street y millones están al borde del desamparo, es para ver lo efímero que es el dinero y también la enorme desigualdad mundial.
Aprendí que en el silencio me escucho más, que pasar largas horas calmando mi mente es el inicio de un día bendecido.
Pero también descubrí que los ruidos estruendosos de los vecinos me hacían sacar una furia que hasta sentía vergüenza de experimentar. Sí, al igual que tu, siento las emociones y las observo para no dejarme desbordar.
Un 2020 que nos obligó a mirarnos y reflexionar sobre quiénes hemos sido. Algunos decidimos hacerlo sin restringir el llanto que traíamos guardado. En el confinamiento, algunos no teníamos testigos así que había que aprovechar.
Meses que han sido de encierro y que he invertido en escribir, purgar, practicar y brincar sobre el mat. Para agradecer que el covid decidió pasar de largo por mi familia. Para agradecer el empleo que me hace vivir mi profesión. Y especialmente, para agradecer que la tecnología me hizo empujarme a enseñar yoga online a personas en diferentes ciudades y países.
Todo es posible, y con optimismo ingenuo quiero soñar que esa posibilidad me va a acercar a ser un Ser más elevado, más noble y justo, que aprende de su propia cuenta y se deja guiar por la sabiduría de quienes han aprendido antes. Que estos meses me han disciplinado en mi Sadhana (práctica espiritual) y a hacerlo con devoción y alegría.
Como todo es posible, también ansío que el yoga se haga más accesible a todos quienes desean cultivar una vida más feliz, serena y en equilibrio, sin importar sus condiciones. Que la idea de que el yoga es una filosofía de vida y no sólo posturas corporales, se expanda para abrirnos a una conexión más concientes sobre quiénes somos y a donde queremos evolucionar.
Así como escribió uno de los pilares del yoga en occidente, Paramahansa Yogananda, podemos vivir en armonía interna siendo “pacíficamente activo y activamente pacífico”.
Casi se marcha el 2020. Algo hay que agradecerle, encuéntrale algo, al menos un atardecer bonito llegaste a ver, o una palabra de aliento escuchaste. Algo tiene que haber. Para mi lo hubo. Y el 2021, mejor no le pido nada, sin expectativas, que lo que haya que experimentar y aprender, comience.