Comienza el 2021 con la práctica de yoga: iniciando un nuevo hábito

Comenzar una práctica de yoga o retomarla después del receso por las fiestas de navidad es un momento ideal para empezar una nueva rutina, que con el paso de las semanas se puede volver más constante y disciplinada.

Dedicar unos minutos al comienzo del día para concentrarnos en la respiración nos puede ayudar a mantener un estado más conciente, a estar alerta a lo que sucede a nuestro alrededor y a prestar atención a los pensamientos que tenemos.

Ahora cuando entramos en el año 2021 y aún vivimos el impacto de la pandemia del coronavirus, es recomendable revisar nuestras rutinas para mantenernos saludables en el plano físico, mental, emocional y espiritual.

Encontrar un espacio del día en el que podamos hacer una práctica física nos ayudará a mantener una rutina organizada. Lo que puede comenzar como unos minutos de yoga al día (por lo menos 10 minutos) se pueden ir ampliando a la medida que vamos encontrando el ritmo del nuevo hábito que mejor se adapte.

Una postura de yoga básica que podríamos asociarla al inicio del año es el Guerrero I (Virabhadrasana I), ya que nos afianza en el suelo y nos permite trabajar la confianza propia.

Lo que trabajamos con el Guerrero I

Al hacer la postura del Guerrero I trabajamos varios músculos del cuerpo al mismo tiempo. Fortalecemos las piernas, los tobillos, las pantorrillas y probamos el balance. Aunque los pies están apoyados, la acción de flexionar una pierna ya hace que juguemos un poco con el equilibrio.

Postura Guerrero I. (Foto: Ana Monti).

Con esta postura fortalecemos el abdomen, lo mantenemos contraído para llevar el torso al centro y mantener el balance del cuerpo.

Fortalecemos los brazos al extenderlos hacia arriba y rotarlos ligeramente hacia adentro.

En el plano mental nos ayuda a elevar la confianza al sentirnos afianzados en el piso, y al mismo tiempo al elevar el torso hacia arriba para abrirnos a los cambios, nos puede ayudar a enfocarnos mejor.

Mis primeros Guerreros I en clases de yoga

Durante las primeras clases de yoga que tomé mis piernas temblaban, me costaba mantener la pierna flexionada y los brazos extendidos se me agotaban con mucha facilidad.

Sin embargo, a medida que lo hacía con constancia me sentía más afianzada.

Cuando tomé el entrenamiento de yoga (un par de años después) reconocí que me sentía tan débil como si fuera una principiante. 

La razón de esta percepción es porque “en yoga aprendemos al desaprender” lo que por mucho tiempo hemos conocido o hecho. Y eso incluye nuestros “hábitos” en la práctica sobre el mat.

Durante varias semanas fui observando cómo mi lado derecho e izquierdo del cuerpo se sentían y respondían diferentes a esta postura del Guerrero I.

Por ejemplo, mi pierna derecha flexionada al frente se sentía más firme, más en control, mientras que cuando lo hacía con la izquierda, era más inestable, sentía calambres y me costaba mantener el balance.

Todo esto lo pude observar al tener mi mente enfocada en el momento presente de mi práctica, es decir cuando me dedico a observar y sentir mi cuerpo en esas horas sobre el mat, sin distracciones de otro tipo.

Puede que en tu práctica no te des cuenta o te cueste identificarlo, pero cada vez que nos paramos sobre el mat, podemos tener la intención de aumentar nuestra atención en lo que hacemos y en el momento presente. 

Eso nos ayuda a disfrutar más de la práctica, a aprender de las enseñanzas de nuestros profesores y evita que nos lesionemos porque estamos atentos a las señales del cuerpo. Y lo más importante, nos conecta más con nuestra capacidad de ir hacia adentro, de reflexionar.

Que mejor manera de comenzar un nuevo año que elevando nuestra capacidad de conectarnos internamente y en comunión con el cuerpo, la mente y el espíritu. Es decir con el yoga.